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Piden conservar los petroglifos

Piden conservar los petroglifos
EL TECOMATE._ El rescate y la preservación de la piedra pintada cuyos petroglifos están desapareciendo por la erosión y el daño causado por el hombre, demandaron habitantes del ejido. Un grupo de estudiantes, madres de familias y maestros pidió a las autoridades municipales y del Instituto Nacional de Antropología e Historia un programa de conservación de los restos prehispánicos. "Estamos pidiendo al Ayuntamiento, al INAH, a alguna autoridad que le corresponda, que nos ayude a conservar la piedra pintada porque son restos arqueológicos donde se presume que está la cuna de la mexicaneidad", comentó Pedro Lizárraga Nájera. El profesor de la escuela secundaria 15 de Mayo de El Tecomate señaló que los petroglifos están desapareciendo por la erosión del tiempo y la "ayuda" de personas que buscan llevarse algún recuerdo de las piedras. La roca se encuentra horadada en algunos puntos con la evidente señal de querer desprender alguna figura prehispánica. "La naturaleza ha hecho su trabajo: está en la orilla de un arroyo; pero también podemos observar que ha habido destrozos por parte de la gente, que tal vez no sea gente de aquí y quiera llevarse su recuerdito". Secundado por algunas madres de familia, aseguró que en 1981 se hizo un estudio para solicitar el rescate del lugar por parte del INAH, hasta la fecha no hay ningún indicio de pretender hacerlo. Al deterioro de la piedra en la que están talladas más de 40 figuras, continuó, ha contribuido el mito del tesoro enterrado, lo que hace que personas dañen la roca tratando de encontrar la riqueza. "La gente de la región cree que por estas partes hay un tesoro escondido, de hecho han hecho excavaciones en lo corto y alrededor. Hay gente que le está invirtiendo y apostando a que hay un tesoro enterrado aquí y le están buscando".

IMÉGENES EXISTENTES EN LA PIEDRA PINTADA

IMÉGENES EXISTENTES EN LA PIEDRA PINTADA
MAPA DEL ÁREA PETROGLÍFICA DENOMINADA LA PIEDRA PINTADA EN EL CERRO DEL TECOMATE, ELABORADA POR EL PROFESOR LAMBERTO VIZCARRA CÁRDENAS. EL AREA MIDE 10 MTS DE LONGITUD POR 4 DE ALTURA.

LOS PETROGLIFOS DE LA PIEDRA PINTADA (Por el Ing. Manuel Bonilla)

En su importante estudio De Atlatlán a México (peregrinación de los nahoas), el Ing. Manuel Bonilla, autor de la obra, y sin duda el más avezado intérprete de las inscripciones en piedra que dejaran nuestros antepasados indígenas en esta zona del país, dedicó amplio espacio al comentario de los petroglifos de Culiacán, especialmente a los de Piedra Pintada del Cerro de Tecomate.

Y es natural que así sucediera, puesto que tales huellas confirman a través de su significado dos sucesos que forman parte de nuestra historia: la llegada, asentamiento y posterior salida de Culiacán de la peregrinación atlatlaca en su viaje al sur y el nacimiento aquí.

Si bien el notable polígrafo analizó y comentó el significado de las huellas petroglíficas encontradas en Cerro de la Chiva, Arroyos Cuates, Jotagua, El Sauz, Cerro Colorado y Los Brasiles, todas dentro del municipio de Culiacán, es a las de Piedra Pintada del Cerro del Tecomate a las que brindó el mayor de su tiempo y estudio, por los motivos ya expresados.

Con dibujos personales o los aportados por colaboradores, el autor ilustró su obra, que como prende nada menos el estudio e interpretación de 89 signos labrados en Piedra Pintada, roca de regular extensión que el investigador dividió en dos secciones, y se localiza en el Cerro de Tecomate, en el vértice N.O. del Valle de Navolato.

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Reseña Histórica.

Reseña Histórica.
HISTORIA. Reseña Histórica. Los petroglifos encontrados en el cerro del Tecomate, a sólo unos cuantos kilómetros de la playa, son una demostración de que nuestras antiguas culturas se asentaron en sitios donde pudieran abastecerse de alimentos fácilmente. El poblado prehispánico de origen tahue, para fines del siglo XVI, aparece como San Francisco de Navolato. Fue ocupado por los españoles después de la conquista, se convirtió en corregimiento bajo las órdenes de Hernando Arias; en 1563 los indígenas tributaban entregando mantas de algodón, miel, maíz, redes de henequén y otras. En un mapa de principios del siglo XVII aparecen ya marcados los poblados o rancherías como son: San Pedro, Navolato, Lo de Verdugo, Lo de Reyes, Cabreras, Bachimeto, Otameto, Las Trancas, Hiraguato, Sataya, La Vuelta, Bataoto y El Potrero. En 1724, los indígenas residentes en los poblados de la jurisdicción de Culiacán, en los que se encontraban San Pedro, Navolato, Yebabito, Bachimeto, Otameto, Aguaruto, entre otros, se presentaron ante las autoridades para acusar a los oidores reales, de la mala conducta de los alcaldes mayores para con los pobladores de esos lugares, ya que los obligaron a que pescaran para ellos, quitándolos de la siembra. El 20 de diciembre de 1861 entró al puerto de Altata el vapor de guerra francés Lucifer, el 21 se dirigen más de 500 franceses hacia Culiacán, pero el general Antonio Rosales, que había tenido noticias del desembarco, salió para Navolato, en donde les dio batalla y después de seis horas de combate decide replegarse a tomar posiciones en San Pedro, en donde logra el triunfo sobre las armas francesas. Durante los acontecimientos registrados en la revolución, el general Lucio Blanco, famoso constitucionalista, comandante del primer regimiento de "Libres del Norte", toma Navolato y Altata, en noviembre de 1913. Navolato formó parte del municipio de Culiacán hasta el año de 1982 en que fue constituido como municipio, por decreto publicado en el periódico oficial el 27 de agosto, constituyéndose de esta manera en el municipio decimoctavo de la entidad.

EL NACIMIENTO DE HUITZILOPOCHTLI (Por el Ing. Manuel Bonilla)

En las láminas ilustrativas (figs. 2, 25,36, 28 Y 29), el Ing. Bonilla reproduce, entre otras, las figuras de cinco huellas humanas de enormes dimensiones, indicadoras de una raza de gigantes -”los quinametzin de la, fábula”-, explicando la posibilidad de que otros signos (figs. 4, 5, 8 Y 10) “señalen su procedencia” .

Ilustra diciendo que otros signos (figs. de la 11 a la 17, más la 18, 22, 23, 24, 35, 37, 38, 40, 61, 62, 63, 78 Y 79) “forman seis tribus, y las Nos. 3 y 39 que se asemejan entre si y están muy alejadas de las conjuntas, podrán significar otro grupo más, con lo que tendríamos el septenario de los nahoas“.

Nos habla, explicando el significado de otros signos, de la batalla sostenida entre las tribus, la derrota de “una parte de la tribu nahoa y la destrucción de los gigantes”.

Al comentar la similitud de los número 7 y 4 de las inscripciones, que figuran en el alfabeto de fenicios, griegos y otros, que por cierto se repiten en los petroglifos hallados en el Gila y mucho más al sur, se pregunta: ¿serán estas figuras una reproducción de las fenicias, caldeas y demás, cuya memoria proceda de las visitas de los célebres comerciantes, aventureros, a las islas desaparecidas, o convivieron los atlantes con aquellas razas en los territorios de éstas?

En lo que consideró las dos figuras “más importantes de esta roca”, (figs. 42 y 43), afirma: ”La primera es el muy conocido jeroglífico deHUITZILOPOCHTLI, colibrí siniestro, o en nuestro idioma vulgar, chuparrosa zurda; dios de la guerra, numen de los mexicanos: un rostro de perfil entre las mandíbulas del ave, mirando a la izquierda y coronado por un penacho de plumas, todo bien patente”.

“Las vírgulas denotan que está hablando, como en la Tira del Museo”.

Al describir la figura de Chimalma o Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, dando a luz, se interroga: ¿cabe dudar de que se representa aquí el nacimiento del dios conductor de los mexicanos?

Más adelante, a manera de conclusión, cita que la existencia de estos signos en el extremo N.W. del Valle de Culiacán, sitio donde se detuvieron los toltecas y posteriormente los aztecas en su peregrinación hacia el sur, “es indicio vehemente de que fue allí donde se inventó el mito de Huitzilopochtli y donde la segunda tribu, ya bajo la denominación de mexica, se separó de las otras siete peregrinantes, y no en el Aztlán de los jeroglíficos pintados en el Lienzo de Tlaxcala, ni en el Mexcala de la laguna de Chapala ni en otro sitio más al sur, porque no es verosímil que se inscribiera el relato de un suceso antes de que este acaeciera.

Como se advierte en la hipótesis del lng. Bonilla, fue en Culiacán, donde nació el grupo mexica, y por ende el nombre adoptado más tarde por nuestro país: México.

Reforzando lo antes dicho, y echando mano de datos geográficos aportados por don Eustaquio Buelna, el autor rechaza que la separación y la nueva denominación (de la tribu) haya ocurrido en las siete ciudades del Gila, como otros estudiosos del tema lo han confirmado.

Menciona cómo al norte de Culiacán (30 kilómetros), existe el cerro de la Campana. “Si lo comparamos con el del cuadrete de la Tira del Museo en cuyo interior habla Huitzilopochtli, y con el situado sobre la esquina superior del principio de la peregrinación en el jeroglífico de Sigüenza, admitiremos de plano la identidad de los tres contornos” .

“Ahora bien, ningún comentarista menciona la existencia de un cerro semejante en las inmediaciones de Mezticacán (Mezcaltitán, Nay.), ni en las lagunas de Chapala, Pátzcuaro o de las del Valle de México, lo que reduce visiblemente las probabilidades de que el principio de la peregrinación mexicana haya estado en alguno de los lugares indicados por ellos, excepto el Culiacán de Sinaloa”.

Muy importante en las investigaciones del Ing. Bonilla, resultaron las interpretaciones de signos representativos de la astronomía, ciencia que por lo visto ya conocía la cultura nahoa. Tras de referirse a varias, dice: “la figura 72 es otra revelación asombrosa de la cultura nahoa: Es la culebra· representativa del planeta Venus”.

Concluye al respecto: “las observaciones más precisas que en esa roca no están consignadas, pero que ya se encuentran en las del Pequeño Lago Salado, cuando la raza habla pasado ya los 17 siglos de 80 años en la región del Cocodrilo, nos enseñan que tal adelanto lo hablan logrado en la, región de los mounds, aprovechando sus recintos religiosos como observatorios astronómicos”.

La obra del Ing. Bonilla, reproducida recientemente por la Universidad Autónoma de Sinaloa, constituye una valiosísima aportación cultural que nos permite el reencuentro con nuestra ancestral cultura indígena.

Lástima que estas zonas petroglíficas, que bien pudieran convertirse en zonas turísticas, estén totalmente abandonadas, semi-destruidas y en peligro de desaparecer por la falta de protección e interés de parte de autoridades encargadas de velar por su preservación.

Texto tomado de la Revista Presagio

PROFR. PEDRO LIZÁRRAGA NÁJERA

Analizará INAH los petroglifos

Analizará INAH los petroglifos
En menos de 15 días el Instituto Nacional de Antropología e Historia acudirá a El Tecomate, Navolato, a evaluar la importancia histórica de los petroglifos que denunció la comunidad. El Arqueólogo Joel Santos Ramírez, mencionó que la mejor forma de conservar el patrimonio histórico de Sinaloa, es que los ciudadanos levanten la voz y soliciten, como lo hicieron los de El Tecomate, que el INAH participe en el rescate de su riqueza cultural. "Nos interesa mucho que la comunidad haga denuncias. Nosotros vamos a ir (a El Tecomate), vamos a ir pronto con esa intención de brindar asesoría y continuar con su registro ante el INAH y la investigación", dijo. La semana pasada un grupo de estudiantes, madres de familias y maestros pidió a las autoridades municipales y del Instituto Nacional de Antropología e Historia un programa de conservación de los restos prehispánicos. Los habitantes del ejido demandaron el rescate y la preservación de la piedra pintada cuyos petroglifos están desapareciendo por la erosión y el daño causado por el hombre. El arqueólogo comentó que durante su visita instalarán advertencias alrededor del bien prehispánico para que la comunidad cuide su historia, ya que esa es la mejor forma de protegerla. Santos Ramírez añadió que si los objetos históricos son de alta relevancia, se podría llegar a cercarlos o incluso a ponerle a personal de seguridad.

ORIGEN DE LOS AZTECAS O MEXICAS

ORIGEN DE LOS AZTECAS O MEXICAS

Investigación y Guión: Conti González Báez

La última tribu nahuatlaca que llegó al Valle de México fue la de los aztecas. En sus orígenes míticos, ellos emergieron de los intestinos de la Tierra a través de siete cuevas, en un lugar denominado Chicomostoc.

Las tradiciones afirman que venían del Norte y que su país era un lugar de tierra colorada. Algunos estudiosos suponen que la cuna de los pueblos nahuas pudiera ser el valle inferior del Río Colorado.

Se detuvieron en Aztatlán o Aztlán, que según varias leyendas significa “lugar de garzas” o “lugar de la blancura”, debido al color del plumaje de esas aves.

Su localización exacta es desconocida, pero según algunos autores, es posible que estuviera localizado en una laguna situada en la desembocadura del Río San Pedro, en Mexcatitlán, Nayarit.

Algunas versiones señalan que el nombre de “azteca” proviene de ese lugar mítico llamado Aztlán, aunque ellos preferían denominarse mexicas.

Posteriormente, los aztecas abandonaron el “lugar de las garzas” por indicaciones de su dios Huitzilopochtli, quien les ordenó que lo dejaran, pues habrían de encontrar un lugar con mejores tierras.
Se dice que el grupo de pescadores y cazadores salió de Aztlán entre el año 890 y el 1111. Emprendieron su migración hacia el Sur, en la búsqueda de una señal que les indicaría que se establecieran otra vez.
Vagaron durante años, según cuenta la leyenda, en busca de la señal en donde debían fundar su ciudad. Su peregrinación duró más de siete siglos.

Se cree que pasaron por los actuales territorios de Sinaloa, Jalisco, Guanajuato y Michoacán. No es posible reconstruir en detalle el itinerario que habían seguido hasta que llegaron a las inmediaciones de San Juan del Río, desde donde se cuenta con más información hasta su llegada al Valle de México.

Una tradición cuenta que a los emigrantes aztecas los guiaba un dios llamado Mixitli. Otra que el conductor era Huitzilopochtli, poderoso caudillo elevado a la categoría de dios después de su muerte. Una tercera leyenda presenta a Huitzilopochtli como dios y como conductor y caudillo a Tenoch.

Los aztecas que dejaron Aztlán tenían por costumbre encender un fuego nuevo cada 52 años, que era la duración de un ciclo en su calendario.

El primero celebrado después de iniciada su peregrinación fue el de Coatepec, cerca de Tula, en 1163. Habían vagado por mucho tiempo y se establecieron allí, donde vivieron varios años.
Según un mito, en Coatepec nació el dios Huitzilopochtli o Colibrí del Sur, hijo de Coatlicue. Era un hechicero que rendía culto a Tezcatlipoca, su caudillo y su dios más venerado.

Cuando los aztecas estaban en Coatepec surgió una disputa. Algunos de ellos, que seguían a Huitzilopochtli, querían irse y otros, que seguían a Coyolxuahqui, la hermana de Huitzilopochtli, querían quedarse.
En la batalla que siguió, los seguidores de Huitzilopochtli ganaron y cambiaron su nombre a mexicas. La escultura del cuerpo desmembrado de Coyolxuahqui descansa hoy al pie del Templo Mayor, el centro religioso de los mexicas.

Guiados por Huitzilopochtli, se trasladaron a Tula y posteriormente a Apazco, donde celebraron el siguiente fuego nuevo en 1215. Se establecieron temporalmente en diversos sitios como Zumpango, Cuauhtitlan y Ecatepec.

Continuando su peregrinación, bordearon el Sur de la sierra de Guadalupe y llegaron a Tecpayocan, el actual cerro de Santa Isabel, donde encendieron su tercer fuego nuevo en 1267.

Desde su salida de Tula, los mexicas sólo permanecían unos años en cada lugar por donde pasaban, pues todas las tierras estaban ocupadas y nadie los quería como vecinos por ser muy pendencieros, practicar formas crueles de sacrificios humanos y tener la costumbre de robarse a las mujeres casadas.

Fueron la última tribu del Norte árido en llegar a Mesoamérica. Eran un pueblo pobre y atrasado, por lo que fueron mal recibidos por los habitantes de los señoríos de origen tolteca ya establecidos en el Valle de México.
Debido a su tardía aparición en el lugar, los mexicas se vieron obligados a ocupar la zona pantanosa situada al Oeste del lago de Texcoco, rodeados por enemigos poderosos que les exigían tributos.

Huitzilopochtli les dijo entonces que buscaran entre los carrizales de los islotes a un águila posada en un nopal, que estaría devorando una serpiente, la señal de que allí deberían establecerse definitivamente.

En el año 1325 los mexicas hicieron por fin el prodigioso descubrimiento y se establecieron en el lago, fundando la gran Tenochtitlán, bajo el auspicio del último caudillo-sacerdote Tenoch, quién le dio su nombre.

Ya asentados, estuvieron por varias décadas bajo el dominio del señorío de Azcapotzalco, como soldados mercenarios. Hacia 1430, los mexicas habían asimilado la cultura de los pueblos avanzados del valle y tenían poder militar.

Entonces atacaron y derrotaron a Azcapotzalco e iniciaron así una sorprendente hazaña guerrera, que en sólo 70 años los hizo dueños del más grande imperio de Mesoamérica.

Los mexicas convirtieron el lecho del lago, poco profundo, en chinampas o islas artificiales donde cultivaban verduras y flores, además de criar aves domésticas.

Hicieron calzadas y puentes para conectar la ciudad con tierra firme; levantaron acueductos y excavaron canales para el transporte de mercancías y personas. Las gigantescas pirámides sobre las que construían los templos, dominaban el paisaje.

La ciudad floreció como resultado del alto grado de organización. A la llegada de los españoles, su imperio abarcaba casi todo lo que actualmente son los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, México, Morelos, gran parte de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y el territorio de Soconusco, en lo que hoy es Guatemala.

BREVE HISTORIA

Los petroglifos encontrados en el cerro del Tecomate, a sólo unos cuantos kilómetros de la playa, son una demostración de que nuestras antiguas culturas se asentaron en sitios donde pudieran abastecerse de alimentos fácilmente. El poblado prehispánico de origen tahue, para fines del siglo XVI, aparece como San Francisco de Navolato. Fue ocupado por los españoles después de la conquista, se convirtió en corregimiento bajo las órdenes de Hernando Arias; en 1563 los indígenas tributaban entregando mantas de algodón, miel, maíz, redes de henequén y otras. En un mapa de principios del siglo XVII aparecen ya marcados los poblados o rancherías como son: San Pedro, Navolato, Lo de Verdugo, Lo de Reyes, Cabreras, Bachimeto, Otameto, Las Trancas, Iraguato, Sataya, La Vuelta, Bataoto y El Potrero. En 1724, los indígenas residentes en los poblados de la jurisdicción de Culiacán, en los que se encontraban San Pedro, Navolato, Yebabito, Bachimeto, Otameto, Aguaruto, entre otros, se presentaron ante las autoridades para acusar a los oidores reales, de la mala conducta de los alcaldes mayores para con los pobladores de esos lugares, ya que los obligaron a que pescaran para ellos, quitándolos de la siembra. El 20 de diciembre de 1861 entró al puerto de Altata el vapor de guerra francés Lucifer, el 21 se dirigen más de 500 franceses hacia Culiacán, pero el general Antonio Rosales, que había tenido noticias del desembarco, salió para Navolato, en donde les dio batalla y después de seis horas de combate decide replegarse a tomar posiciones en San Pedro, en donde logra el triunfo sobre las armas francesas. Durante los acontecimientos registrados en la revolución, el general Lucio Blanco, famoso constitucionalista, comandante del primer regimiento de “Libres del Norte”, toma Navolato y Altata, en noviembre de 1913. Navolato formó parte del municipio de Culiacán hasta el año de 1982 en que fue constituido como municipio, por decreto publicado en el periódico oficial el 27 de agosto, constituyéndose de esta manera en el municipio decimoctavo de la entidad

COLONIA ENSENADA (TECOMATE)

COLONIA ENSENADA (TECOMATE)
La localidad de Colonia Ensenada (Tecomate) está situado en el Municipio de Navolato (en el Estado de Sinaloa). Tiene 670 habitantes. Colonia Ensenada (Tecomate) está a 10 metros de altitud. Ubicado en una altitud mediana de 10 metros, Colonia Ensenada (Tecomate) es hogar para 670 habitantes. Alrededor de 62.54 0 por ciento de la población local son adultos. Aunque los pobladores tienen acceso a la escuela con un promedio de 7 años, todavía hay 56 personas cuales no saben leer y / o escribir. 0 pobladores son de origen indígena y una cantidad de 0 individuos mayor que 5 años hablan un idioma indígena. La longitud de Colonia Ensenada (Tecomate) es -107.871667, la latitud es 24.992778.

HUELLA DE GIGANTES

Sin embargo, Huitzilopochtli brotó de su madre ya como un adulto armado completamente y mató a su hermana Coyolxauhqui y a sus otros hermanos y hermanas estrellas. Entonces, Huitzilopochtli le cortó la cabeza a Coyolxauhqui y la lanzó en el cielo donde se convirtió en la Luna.

Huitzilopochtli era el dios que se supone guiaba a los Aztecas hacia una tie rra prometida en el sur. El incitó a los Aztecas a pelear sin compasión, para formar un imperio, y para capturar pri sioneros para sacrificarlos a los dioses.

Huitzilopochtli

Huitzilopochtli
Huitzilopochtli, cuyo nombre significa “Colibrí Azul a la Izquierda,” era el dios Azteca del Sol y la guerra. El es representado como un hombre azul completamente armado, con plumas de colibrí en su cabeza. Su madre Coatlicue se embarazó con Huitzilopochtli cuando una bola de plumas cayó desde el cielo y la tocó. Los hermanos y hermanas de Huitzilopochtli pensaron que su madre Coatlicue los había deshonrado con ese embarazo misterioso.Su madre Coatlicue. Una hermana de Huitzilopochtli, Coyolxauhqui, alentó a sus hermanos y hermanas estrellas para matar a su madre Coatlicue. Sin embargo, Huitzilopochtli brotó de su madre y la salvó. Coatlicue lamentó tanta violencia. Luego, Huitzilopochtli le cortó la cabeza a Coyolxauhqui y la lanzó al cielo donde se convirtió en la Luna.Los Aztecas solían ofrecerle sacrificios humanos a Huitzilopochtli. Las víctimas eran usualmente prisioneros capturados en las guerras frecuentes que los Aztecas tenían contra sus vecinos. Los sacrificios eran con la intención de asegurar la lluvia, las cosechas y la victoria en las guerras. La forma más común de sacrificios practicados por los Aztecas era la de arrancarle el corazón a un cuerpo vivo y ofrecerlo al Sol.
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